domingo, 15 de agosto de 2010

Leyendas Mapuches

Sirena del mar



Había una vez un hombre que entró en bote al mar en busca de pescados. Muy luego comenzó a llenar su bote, tenía mucha suerte. Tanta era su suerte que el quería seguir sacando pescados. La gente que lo vió como llenaba su bote se sintió sorprendida, pues era el único que lograba llenar su bote. Era el Chumpall que le daba tanto pescado.


Siguió y siguió buscando, hasta que se metió en un tremendo barranco de rocas. Cuando puso un pie sobre una roca el pie se le quedó pegado. No podía sacar su pie, quiso sacarlo con unas de sus manos y la mano también se le pegó en la roca. Dicen que el Chumpall lo había tomado como preso “kula-kulawi” dicen. La piedra creció y se fue más adentro del mar. Además, dicen que cuando va a llover, de esa piedra sale humo (“fvxenkey”). Es un anunció de mal tiempo.






Anciana dueña de la montaña


Una vez un hombre que andaba buscando sus animales en la montaña se perdió, tampoco encontró sus animales. Se le hizo de noche tratando de encontrar el camino que llevara de regreso a su casa, así es que decidió alojarse en el monte. Cuando se acomodaba para descansar y dormir, de pronto vio un fuego en medio del bosque, alrededor del fuego bailaba una anciana. Se dirigió donde estaba la anciana, esta era la Kvpvka y al llegar cerca de ella descubrió que había una casa, que estaba hecha con materiales recogidos del monte. Tenía de todo, papas, arvejas, maíz. Saludó con mucho respeto a la anciana, luego se hicieron amigos y se casaron.


La anciana al saber que el hombre era pobre, viudo y que tenía cuatro hijos, le dijo: “si tienes hijos, tráelos, aquí hay de todo”. Así el hombre llevó a sus hijos, comieron y alojaron en la casa de la Kvpvka. Una noche mientras alojaban en casa de la anciana, uno de los hijos del hombre al mirar los pies de ella, riéndose dijo: mira, tiene sólo dos dedos la viejita. Al escuchar esto, la anciana se enojó mucho, pateó su casa y así desapareció todo, el fuego, la riqueza y la Kvpvka.


El hombre desesperado dijo a su hijo: ayayayay, porque te burlaste de la papay (anciana) ¡qué vamos a hacer ahora! Volvieron a su casa, aconsejó a todos sus hijos... pero finalmente siguió viviendo con la Kvpvka.

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